Me gustaba la cocina. Era un lugar a donde huir. Era un lugar privilegiado en su casa, en una pared todas las herramientas de cocina, al otro lado una ventana grande y un banco, detras, la montaña. Nunca fui buena cocinera, pero con el tiempo llegué a aprender. El siempre me decia que todo lo que cocinaba era un asco, que deberia de aprender de su madre, que al parecer si que sabia como tratar a un hombre.
Miraba al monte mientras cortaba tomate para la ensalada, sentada en el banco y apoyando la espalda en la pared, con violencia cortaba trozos que guardaba en un tazon. Guardaba libros en una estanteria cerca de la ventana, mi ventana, protegidos del sol por lo que podriamos llamar una pequeña persiana. Cuando el marchaba a trabajar iba a la biblioteca y reunia libros para cuando tuviera tiempo en el que pensar.
El no fue siempre asi. Pero siempre fue un imbecil. Desde que trabajaba en la oficina de su tio se habia hundido. Ahora era un maniatico imbecil, gustaba de cenar a la nueve todas las noches y raramente cambiaba esto incluso en festivo. Yo era su empresa de catering, y ello tambien le acarreaba decepciones.
Deseche la idea de añadirle queso a la ensalada.Nunca le habia gustado el queso en la ensalada. Ni siquiera se porque lo compre. Deje el paquete en la mesa y abri una lata de atun. Recordaba entonces, mientras sentada en mi banco y mirando por la ventana untaba rebanadas con el queso, como mi padre preparaba en casa tostas con queso de cabra y una gotita de aceite de oliva. Traia el queso de Francia, a donde iba a menudo a trabajar, y recuerdo perfectamente como tostaba las rebanadas de pan viejo en la sarten mientras mis hermanos y yo mirabamos extasiados.
Tras pensar esto lance la asquerosa rebanada de rancio pan Bimbo a la basura. Mi vida habia cambiado demasiado desde que me case con Imanol. Me sentia una desgraciada constantemente y todas mis ideas para poder ganarme la vida de forma independiente resultaban surrealistas. A veces mi desesperacion era tal que solo queria acabar con esa situacion y planeaba astutos modos de acabar con Imanol.
Tras lavar la lechuga, la zanahoria y la cebolla, me dispuse a cortarlas en juliana, tal y como me dijo su madre. Despues cogi algo de leer hasta que fuera la hora de comer. Solo faltaba aliñar la ensalada.
Llego como siempre a las dos. Fui a recibirle como solo las damas inglesas de otros siglos sabian hacer. Venia cansado, dijo y se fue sin dirigirme la mirada al sofa.
La comida esta en la mesa -le dije pasado un rato. Se levantó del sofa y vino al comedor donde yo ya estaba sentada a la mesa. Le servi un poco de ensalada en el plato y me servi a mi tambien.
-¿Cuantas veces he de repetirtelo?- dijo pesadamente el
-¿El que?
-Le has echado vinagre a la ensalada. Te lo dijo mi madre y te lo digo yo constantemente, a la ensalada zumo de limon. Si quieres algo acido en el aliño zumo de limon.
-Sabes que no me gusta el limon
-Y tu sabes lo que es el vinagre! lo usaban en la edad media para matar bichos y es asqueroso!
-Pues no te tomes la ensalada- le dije indiferente
-Eso es lo que voy a hacer- se levantó- Tu comida es un asco.
Como cada dia, me volvi a sentar en mi banco debajo de la ventana a llorar sobre algun libro.
Hurrengo proposamena: 